#EcoAgenda – Semana Europea de la Prevención de Residuos: del 22 al 30 de noviembre

semanaeuropearesiduos

Fte.: http://www.ewwr.eu/es/communication 

Desde este sábado 22 de noviembre y hasta el próximo domingo 30 de noviembre, 28 países de la Unión Europea están celebrando la Semana Europea de Prevención de los Residuos (EWWR). El objetivo principal que se persigue es el de reducir el volumen y la toxicidad de los residuos mediante la participación de todos los actores implicados – administración pública, asociaciones, empresas, centro educativos y ciudadanos/as).

Las actividades están enmarcadas dentro del programa Life + de la Comisión Europea que financia proyectos que contribuyen al desarrollo y la aplicación de la política y el derecho en materia medioambiental.

Aunque esta semana se centra en las 3R – reducir, reutilizar y reciclar, en el Ojo Sostenible, el pasado año, ya hablábamos de 7R. No obstante, si nos centramos en las 3R clásicas, las acciones que se promueven giran sobre lo siguiente:

  • Sensibilizar sobre el exceso de residuos.
  • Producir mejor.
  • Consumir mejor.
  • Prolongar la vida de los productos.
  • Reciclar.

Desde la página oficial que contiene las actividades de la Semana Europea de Prevención de los Residuos se identifican 12 prácticas que cualquiera de nosotros/as puede poner en marcha de manera individual. Como ya he mencionado en diversas entradas en este blog, soy de las personas que cree en las grandes consecuencias positivas que tiene la acción individual. Ya sabéis, indignarse ya no es suficiente. Las propuestas que nos hacen son las siguientes:

  1. Utilizar bolsas reutilizables. Recuerdo cuando en diferentes supermercados españoles se puso en marcha la medida de cobrar por las bolsas de plástico que consumías en el supermercado. Como casi todos los cambios en la vida, la población se «rasgaba las vestiduras» indignada y enfadada con la nueva medida. Sin embargo, el tiempo, que dicen que todo lo cura, ha servido para normalizar esta medida y en general, ahora podemos observar cómo la mayoría de las personas van con sus propias bolsas de casa – aunque muchas siguen siendo de plástico – pero también vemos cómo han resurgido los carritos de la compra y el uso de bolsas de tela reutilizables. Las bolsas de plástico suponen un gran consumo energético en su fabricación, proceden de derivados del petróleo y aquellas que van con serigrafía, suelen contener hasta residuos metálicos tóxicos. Tardan más de medio siglo en descomponerse y en el mar su impacto es mortal para diversos animales, como ballenas o delfines, que mueren al ingerirlas. Según Cicloplast, en España cada ciudadano consume 238 bolsas de plástico al año, es decir, más de 97.000 toneladas de las que sólo se recicla el 10%. Si te apetece, puedes ver el documental Oceános de Plástico aquí.
  2. Pegar un adhesivo en el buzón para frenar la publicidad. En diferentes lugares del mundo se coloca un adhesivo en los buzones solicitando no recibir publicidad. Ejemplo: publicidadEl Ayuntamiento de Puerto del Rosario (Las Palmas) distribuyó 5.000 pegatinas a sus vecinos para colocarlas en buzones y creó una ordenanza de limpieza con multas de entre 600 y 1.800 euros para empresas que incumplieran con esta medida.
  3. No desaprovechar los alimentos. En Europa se malgastan 89 millones de toneladas de alimentos cada año. Desde el Parlamento Europeo se persigue reducir a la mitad el desperdicio de alimentos para el año 2025 y desde la Comisión Europea se pretende conseguir esa disminución para el 2020.  
  4. Comprar a granel o en gran formato. Como ya comentaba en el punto 1, todo lo que ha funcionado alguna vez – ejemplo: carritos de la compra – es bueno que vuelva. El grado de neuroticismo que alimentaron desde la publicidad hizo que por supuestas razones sanitarias el «hiperenvasado» de productos inundara nuestras vidas. Si antes las magdalenas venían en una única bolsa por ejemplo de un Convento de Monjas o de cualquiera de las panaderías en las que se vendía pan de calidad, ahora vienen dentro de una caja de cartón, en una pila clasificatoria de plástico y cada magdalena a su vez, dentro de otro envase de plástico. Sin embargo, siempre hay mentes lúcidas y ahora parece que la venta a granel vuelve a ponerse de moda. Y no se trata de un capricho. Es que tiene verdadera repercusión en el precio final. Es que poder vender a granel la fruta o la verdura en un supermercado puede repercutir en la disminución de los precios del producto, y si vamos más allá, a lo verdaderamente positivo, es que puede hacer posible la supervivencia de los pequeños productores que no pueden asumir el coste de envasar. Además, puede simplificar el transporte porque no hay que paletizar en general. venta a granel
  5. Comprar recambios ecológicos. Esta es otra de las prácticas a las que se refieren en la página oficial de la semana europea de residuos. No dan más pistas. Sinceramente, esta propuesta se puede interpretar de muchas maneras. Desde optar por piezas de segunda mano en por ejemplo, vehículos – mirar en desguaces – hasta optar por recambios de tinta de impresora ecológicos.
  6. Beber agua del grifo. Siempre que no vivas en un municipio en el que el agua no esté bien depurada, la opción adecuada es optar por el agua del grifo. ¿Has visto la historia del agua embotellada?  
  7. Limitar el número de impresiones. La industria papelera y de celulosa ocupa el quinto lugar del sector industrial en consumo mundial de energía y utiliza más agua por cada tonelada producida que cualquier otra industria. Además, se sitúa entre las mayores generadoras de contaminantes del agua y el aire así como de gases responsables del cambio climático (Fte.: Greenpeace). Aproximadamente, el 40% de toda la madera talada en el mundo está destinada a la producción de papel. Estos datos parecen ser suficientes para concienciarnos sobre la influencia que tienen nuestras impresiones en el planeta y para tratar de medirlas con más precisión.
  8. Producir compost. El compost es un abono orgánico que se puede generar a partir del estiércol de animales de granja, residuos de cosechas, desperdicios orgánicos domésticos y papel. Si uno dispone de espacio, por ejemplo, en un patio o una terraza, puede optar por instalar un bidón en el que introducir los desperdicios orgánicos de las comidas y generar compost que puede ser utilizado posteriormente para un huerto rural o urbano o para las propias plantas/macetas de una vivienda. Aquí puedes acceder a un manual para fabricar compost.
  9. Utilizar pilas recargables. En los últimos años ha aumentado el uso de productos electrónicos. El uso de pilas recargables disminuye la generación de residuos de este tipo de forma considerable.
  10. Regalar la ropa vieja. Existen hoy en día numerosas opciones que van desde el trueque con tus propios amigos/as, hasta participar en mercadillos de segunda oportunidad e incluso aplicaciones informáticas para el intercambio de objetos. Siempre existe la opción de donar tus prendas a numerosas entidades sin ánimo de lucro que las recuperan y/o las redistribuyen entre personas que puedan seguir dándole uso y/o necesiten estas prendas.
  11. Tomar prestadas o alquiladas las herramientas que necesitamos. El consumo colaborativo ha llegado para quedarse y entre las diferentes posibilidades que ofrece, compartir herramientas es una más de ellas. Alquilarlas para un uso concreto es otra opción.
  12. Llevar a arreglar los utensilios. En muchas ocasiones escuchamos esa frase de «cuesta más arreglarlo que comprar uno nuevo»; frase que ha llegado a ser tan recurrente que en muchos casos hasta la hemos interiorizado y tomamos decisiones automáticas que tienen que ver con usar – tirar. Sin embargo, siempre es bueno pararse a pensar y estudiar la posibilidad de arreglar determinados utensilios.

Y tú, ¿qué otras prácticas realizas?

Lo escribe: PAZ HERNÁNDEZ PACHECO

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